Y es que en los últimos años los analistas financieros, presidentes de bancos, organismos internacionales y demás personajes, que gozan de toda la información macro-económica y social posible, no consiguen dar con las claves que resuelvan la crisis.
Quizás, los frutos de dicha información les sirva para hacerse más ricos ellos, pero no para solucionar la crisis internacional que ya recuerda a la Gran Depresión sufrida en la década de los años 30 del sigo pasado. Los economistas afirmaban que era inviable que una situación como la Gran Depresión pudiera volver a repetirse en nuestro siglo. Hoy nadie niega que nuestra crisis tiene muchos puntos en común con aquella y la solución sigue sin llegar.
La información económica y política en si misma no aporta nada. Ahora bien, comprendida correctamente debería llevar a analizar la evolución de los comportamientos de las personas que formamos la sociedad para dejar entrever los problemas que nos rodean y que modifican los hábitos de consumo e inversión de los factores productivos de la sociedad.
No hace mucho tiempo se hablaba, y desde mi punto de vista acertadamente, de crisis de valores y de confianza. Y es que el panorama internacional hoy sigue invitando a pensar así.
Nuestro caso, el español, está afrontando el proceso de reestructuración de manera muy dolorosa para sus habitantes. Se han creado algunas bases para la recuperación con reformas estructurales importantes, pero el empleo, motor de cualquier economía, no llega. El crédito continúa restringido. La presión fiscal aumenta. El panorama industrial español está bastante tocado. La inversión en I+D es prácticamente nula. La política energética, olvidada…
En este contexto es muy complicado que la inversión privada arranque, que el consumo de las familias se incremente o que volvamos a un entorno de crecimiento sostenido. Para cambiar el contexto se necesita compromiso y que todos, Europa incluida, trabajemos en la misma dirección: El estado debe crear el marco que permita a las empresas privadas obtener crédito para la puesta en marcha de proyectos productivos. Debe reducir la presión fiscal directa a las familias. Debe adelgazar su estructura y dar pasos para modernizar algunas administraciones (por ejemplo Justicia). Debe favorecer activamente la incorporación de los jóvenes al mercado laboral…
Queda mucho trabajo aún para poder mirar atrás y hablar del fin de la crisis pero no estaría mal que por una vez le saquemos todo el partido a la información que tenemos y unamos nuestros esfuerzos en una misma dirección.
totalmente de acuerdo